miércoles, 29 de abril de 2009

Spodoptera frugiperda


Tal y como lo expresaron la ONU e INED (2003), el crecimiento de la población mundial superó los 6477 millones de habitantes en el 2003 y superará los 10000 millones en el año 2100.

En los países en desarrollo hasta el 57% de la población será muy joven, 15 años o menos. Lo que confirma que habrá una creciente necesidad de abastecer alimentos, fibras y otros productos agrícolas a una masa de población que, a medida que mejoran los sistemas educativos, exigirá más fácil acceso a los bienes y servicios en busca de mejor nivel de vida.

Grainge et al (1984), calculó que para mantener la población en el año 2000 sería necesario aumentar la producción de cereales, leguminosas y hortalizas en 66,1 y 75%, respectivamente.

A la necesidad de aumentar la producción agrícola se oponen no solo limitantes de área cultivable y de calidad de suelo, sino también las pérdidas causadas por enfermedades, malezas e insectos, las cuales se estiman en un 37% de la población a nivel mundial. Las contribuciones de cada uno de estos factores bióticos se estiman de la siguiente manera: enfermedades, 12%; malezas, 12%; insectos, 13%.

De la influencia de estos factores bióticos no queda fuera el cultivo del maíz (Zea Mays), el cual junto con el trigo y el arroz es uno de los cereales más importantes del mundo, suministrando elementos nutritivos a los seres humanos y a los animales, además de ser el tercero también en cantidad de área destinada a su cultivo, más 319 millones de acres (129 millones de hectáreas) de este grano son sembradas en el mundo cada año. Además constituye una materia prima básica de la industria de transformación, con la que se producen almidón, aceite y proteínas, bebidas alcohólicas, edulcorantes alimenticios y desde hace poco, combustible.

La planta tierna, empleada como forraje, se ha utilizado con gran éxito en las industrias lácteas y cárnicas y, tras la recolección del grano, las hojas secas y la parte superior, incluidas las flores, aún se utilizan hoy en día como forraje de calidad relativamente bueno para alimentar a los rumiantes de muchos pequeños agricultores de los países en desarrollo. Los tallos erectos, que en algunas variedades son resistentes, se utilizan para construir cercas y muros duraderos.

Nuestro país ha estado siempre amenazado de agresión directa por las fuerzas reales del enemigo con más hincapié después del triunfo de la revolución. El establecimiento de cultivos de ciclo corto como es el caso del maíz, se convierte en una estrategia atractiva de alimentación para las tropas y la población en general. Por su fácil cultivo, poco tiempo de producción y adaptabilidad en la montaña donde se espera que se desarrolle la mayor cantidad de acciones defensivas se hace necesario realizar estudios para mejorar sus rendimientos desde tiempo de paz.

Las mayores producciones de este grano en el mundo son registradas en los Estados Unidos, China y Brasil. Seguidos por México, India, Indonesia, Sudáfrica, y Filipina. Como queda claro nuestro país no forma parte de los grandes productores de este grano, siendo la media nacional de producción en Cuba de 2,15 t/ha aproximadamente, (ONE, 2000).

Un aspecto fundamental que ha tenido gran influencia en el desarrollo y productividad de los cultivos y que se ha venido desarrollando simultáneamente desde su inicio como parte de un ciclo necesario para poder perpetuar por la estrecha relación entre planta y el medio ambiente, son las plagas.

La palomilla del maíz Spodoptera frugiperda (J. E. Smith) es considerada la de mayor importancia en el cultivo del maíz, por su afectación económica, especialmente en las localidades a poca altura sobre el nivel del mar, donde las afectaciones pueden ocurrir con mayor intensidad. En cuanto a su origen, (Andrews, 1980), indica que es una especie nativa del trópico, con una amplia distribución geográfica, la cual va desde el norte de Argentina y Chile hasta el sur de los Estados Unidos. El gusano ‘’cogollero del maíz’’ o simplemente ‘’Spodoptera’’, como se le denomina comúnmente, actúa como gusano tierrero, trozador o gusano ejercito; como cogollero que es su hábito más característico en gramíneas; como bellotero o perforador de frutos y ramas y como masticador de follaje. (Roa, 1996).

En Cuba, este insecto comienza sus daños tan pronto emergen del suelo las primeras hojas de la plántula, dañando en ocasiones la base del tallo a ras de tierra (Quesada, 1989). Existe un consenso general en el sentido que para un manejo de plagas es importante conocer la relación entre el nivel de infestación, o el daño ocasionado por una plaga dada y la producción del cultivo. Aunque dicha relación no es fácil de establecer, varias metodologías se han propuesto para lograrlo. (Sterm, 1965; Young y Teetes, 1977; Pitre et al., 1979; Martín et al., 1980; Bullen, 1970; Pedigo et al., 1986.)

Cuantiosas son las pérdidas producidas por la Spodoptera sobre siembras de maíz, a nivel mundial se han reportado pérdidas de hasta el 20% de la producción en invierno (Sosa, 2002), para condiciones de cultivos muy diferentes a las nuestras. Algunos investigadores han señalado que las afectaciones por palomilla para nuestras condiciones pueden propiciar la reducción de los rendimientos hasta en 0.8 ton/ha, (Montesbravo, 2003), siendo esto catastrófico para nuestras condiciones de producción ya que representa el 35.27% de la producción de Cuba.

La meta de una agricultura sostenible, debe ser la de mantener la producción a los niveles necesarios para cubrir las aspiraciones crecientes de una población en expansión; sin empeorar por ello el medio ambiente (FAO ,1991). Todo esto supone la gestión satisfactoria de recursos, para cubrir las necesidades humanas cambiantes, al propio tiempo que mantiene o refuerza la calidad del entorno y conserva los recursos naturales.

En particular en la lucha contra la palomilla del maíz, una gestión satisfactoria de recursos, presupone por una parte, contar con lo necesario para combatir la plaga, pero también para proteger el entorno debe evitarse en primera instancia el abuso en el consumo de plaguicidas químicos y el conservar los recursos naturales significa una protección y uso de enemigos naturales en la lucha contra dicha plaga.

Por ello, estudiar posibles alternativas para la lucha integrada de esta plaga es un elemento interesante para reducir su efecto sobre las poblaciones de maíz y por ende en los rendimientos productivos sobre todo en sistemas locales donde se desconocen desde el efecto de la plaga hasta como combatirla.

La resistencia genética es uno de los componentes fundamentales de la lucha integrada de plagas, en pos de una agricultura más compatible con el medio ambiente, con vista a potenciar las producciones sobre bases de mayor acceso y facilidades a los productores de biodiversidad, como lo depara el paradigma de la sostenibilidad.

El desconocimiento de la existencia de posibles fuentes de resistencia genética a la palomilla (Spodoptera frugiperda (J. E. Smith)) en el sistema local de semillas de maíz del municipio La Palma, fue la principal razón que motivó a la realización de esta investigación, la que tuvo como objetivo general, verificar la existencia de fuentes de resistencia genética dentro del sistema local de semillas de maíz a la palomilla del maíz Spodoptera frugiperda (J. E. Smith).

Para ello consideramos que, estudiando por varios años 10 variedades del sistema local de semillas montadas sobre diseños de bloques al azar y recopilando información sobre su comportamiento en relación a las afectaciones de la palomillas sobre ellas de forma individual, podríamos aplicar herramientas estadísticas que nos ayuden a verificar la existencia de posibles fuentes de resistencias genéticas, que bajo programas de mejoramiento de plantas sirvan para fijar estos caracteres en nuevas poblaciones en pos de reducir las afectaciones de los rendimientos por esta plaga.